martes, 7 de julio de 2009

Vicente Ferrer, entrega y amor a los sin voz.



Os dejo la noticia de prensa de la muerte de Vicente Ferrer, fue apasionante su vida, su ilusión altruista de ayudar y mejorar las condiciones de vida de los/as más desprotegidos/as de la India fue realidad gracias a su enorme corazón y su fe en Jesús. Léete la noticia y visiona el vídeo, después realiza un comentario de ambas cosas.
En el título del artículo encontrarás el enlace de la página web de su fundación que sigue adelante con su compromiso por un mundo más igual y fraterno.
JAIME LEÓN | NUEVA DELHI
Vicente Ferrer ha dejado 135.000 huérfanos, exactamente el número de niños apadrinados en la actualidad por la Fundación que lleva su nombre. Seguramente muchos más sentirán la pérdida de un padre. En los últimos 55 años, este hombre, que «soñó con ayudar a los demás», trabajó con ahínco para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos de la India.
Ferrer (Barcelona, 1920) falleció ayer rodeado de su mujer y tres hijos tras en la localidad india de Anantapur, tras agravarse su estado de salud por los problemas respiratorios que padecía desde hace tiempo. El cooperante, de 89 años, ingresó el 19 de marzo en el hospital de Anantapur por un accidente vascular cerebral y, tras ser trasladado a Vellore, fue dado de alta el 25 de abril para seguir la recuperación en su domicilio, donde sin embargo en los últimos días su estado de salud había empeorado.
A sus 89 años, Ferrer era una institución en la India, país al que llegó en 1952 como misionero jesuita. Desde entonces dedicó su vida a erradicar el sufrimiento de los más desfavorecidos en unos de los Estados más pobres del mundo. En principio su objetivo era completar su formación, pero la pobreza le llevó por otro camino: dar solución a los problemas de los necesitados.
De esta forma puso en marcha iniciativas como «El milagro de dar», que consistía en una pequeña ayuda económica y asesoramiento técnico para obtener agua para los cultivos. Si cada campesino devolvía el préstamo —sin intereses—, el milagro se extendía por toda la comunidad.
Su lucha junto a los pobres despertó la suspicacia de las clases dirigentes y fue expulsado de la India en 1968, tras la publicación de un artículo titulado «La revolución silenciosa» en el semanario de mayor tirada. Sin embargo, 30.000 personas se movilizaron y recorrieron los 250 kilómetros que separan Manmad y Bombay para pedir su regreso. Ferrer se despidió de sus seguidores con la frase: «Ya vuelvo, esperadme».