lunes, 1 de junio de 2015

L.da Vinci y la Última Cena.


Leonardo da Vinci fue un artista y científico, florentino, del Renacimiento italiano. Su gran fe cristiana inspiró su vida y su obra, como se refleja en escritos de uno de los cuadernos de Leonardo. (Cuaderno manuscrito por el que Bill Gates pagó 23 millones de dólares). Fue, a la vez, pintor, anatomista, arquitecto,artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico,poeta y urbanista. Nació en Vinci (Italia) en 1452 y falleció en Amboise (Francia) en 1519, a los 67 años, acompañado de su fiel discípulo,Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas. 
 Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el célebre pintor florentino Andrea de Verrocchio. Trabajó a continuación en Roma,Bolonia y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I.
Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita solo puede ser equiparable a su capacidad inventiva.
Leonardo da Vinci es considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas. 
  Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse, puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época.
Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.
 A Leonardo Da Vinci le tomó años completar su famosa obra titulada "La Última Cena”. Las figuras que representan a los 12 apóstoles y a Jesús fueron tomadas de personas reales. La persona que serviría de modelo para ser Cristo fue la primera en ser seleccionada. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esta obra, cientos de jóvenes se presentaron ante él. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de algunos meses de búsqueda, seleccionó a un joven de 19 años de edad como modelo para pintar la figura de Jesús. Seis meses Leonardo Da Vinci trabajó para lograr pintar al personaje principal de esta magnánima obra.


Durante algunos años, Da Vinci continuó su obra buscando personas que representarían a 11 apóstoles; dejando para el final a aquel que representaría a Judas. Por semanas estuvo Da Vinci buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos intentos fallidos en la búsqueda de este modelo llegó a los oídos de Leonardo que existía un hombre con estas características en un calabozo de Roma.
 Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robo y asesinatos. Da Vinci vio ante él un hombre cuyo maltratado pelo largo caía sobre su rostro escondiendo sus ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra. Por medio de un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio del maestro. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús.

Cuando Leonardo dio el último trazo a su obra se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo llevaran. Mientras salían del recinto el prisionero se soltó y corrió hacia Leonardo Da Vinci gritándole:¡Maestro!! ¡Obsérvame!! ¿No reconoces quién soy?” Leonardo Da Vinci lo estudió cuidadosamente y le respondió: “Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma.” El prisionero levantó los ojos al cielo, cayó de rodillas y dijo desesperadamente: “Leonardo Da Vinci!! Mírame nuevamente, yo soy el mismo joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace varios años.”

Te pido que pagues mi libertad, que te prometo cambiar y entregar mi vida a Cristo. Leonardo se compadeció de él, pagó su libertad y este prisionero aprovechó esta nueva oportunidad para hacer el bien a los demás y guiarse por los valores cristianos en su vida. La gratitud hacia el gran maestro Leonardo fue inmensa, casi infinita.