jueves, 30 de mayo de 2019

Alumnos/as, narradores/as de tradiciones: la Cruz de Mayo.

    En 1º de ESO los/as alumnos/as crearon unos cuentos a partir de un texto inicial, principio de una historia, que se les dio. En esos cuentos tenían que trabajar, a través de unos personajes-marionetas, emociones y sentimientos. Uno de los grupos decidió contar una experiencia que habían vivido de nuevo en este curso. Se trataba de la tradición de las cruces del mes de mayo, que ellos celebraban cada año, con una pequeña procesión con esa cruz vacía, pero llena de flores y esperanzas, tras la Resurrección de Jesús.



   Dejamos reflejo de esta tradición en este relato religioso costumbrista y también momentos de la clase, recreando e interpretando los cuentos que habían escrito, originales y muy expresivos. Este cuento, que dejamos como muestra, ha sido redactado con la colaboración de toda la clase, aunque el esquema y la idea original ha sido de uno de los alumnos promotores de la Cruz de Mayo, Germán Bocanegra Albarrán.
"Los niños de la Cruz de Mayo".
   
     Érase una vez, en un pueblecito blanco de la Sierra de Cádiz, Olvera, un grupo de amigos, de una junta que la llamaban "los terribles"... Esta junta decidió una mañana, en el instituto, ingeniar una de sus ideas fantásticas, no terribles como su nombre.



    Ellos querían llevar un trono de la Cruz de Mayo por las calles de Olvera y alegrar así a la gente en primavera: a los abuelitos, a las mamás, a los niños, a todos... Coincidieron en poner en práctica su plan poco a poco, decidiendo, entre todos, cada paso a dar para que saliera todo perfecto, una procesión preciosa.



    La primera tarde merendaron y pensaron pedirle a un carpintero, amigo de ellos, que les construyera el trono. El carpintero se ilusionó ayudándoles y realizó un trabajo impecable.



    La segunda tarde fueron al parque; se compraron chucherías y se acordaron de que tenían que decorar el trono con flores. Llamaron a la floristería y la mujer les regaló las flores porque quiso ser parte de esa bonita tradición religiosa que ella recordaba de cuando era pequeña. Les guardó flores de distintos tipos: claveles, rosas, amapolas, etc.



   Y llegó la tercera tarde y se dieron cuenta de que tenían que tener telas suaves para vestir el trono y que se pareciera a los tronos tan bien preparados de la Semana Santa. Se compraron un refresco y fueron a la tienda de telas y eligieron un tono verde de terciopelo, que les pareció muy apropiado para su pequeño paso. La mujer de las telas le regaló ese trozo de tejido porque quiso echarles una mano y que vieran ese sueño hecho realidad.



   La cuarta tarde montaron el paso y les quedó tan bonito y tan bien decorado, que no se lo podían ni creer. Se olvidaron incluso de todas las dificultades encontradas para terminarlo y que todo encajara.


   
     La quinta tarde ya era 1 de mayo, el día de S.José obrero, el gran día elegido y sacaron el trono por las calles de Olvera y la gente los admiraba, los felicitaba, les aplaudía y les daba donativos para que, después de la procesión, lo celebrasen comiendo juntos.

    Llegó el final del recorrido, con música y todo, porque tenían compañeros que sabían tocar instrumentos musicales y celebraron con mucha alegría lo bien que lo habían pasado y lo contenta que la gente se sintió con su presencia.




   Jesús, que ya no estaba en la cruz que ellos llevaban, tras su Resurrección, también se sintió muy feliz de tener amigos así de valientes, capaces de vivir y contar esta historia tan entrañable por las calles de paredes blancas, de ese bonito pueblo con tantos olivos.