lunes, 8 de enero de 2024

ORAMOS, JUNTO A LA IGLESIA NECESITADA, POR LA PAZ Y POR L0S CRISTIAN0S PERSEGUID0S.

 Desde el IES ZAFRAMAGÓN nos hemos unido a la campaña y a la invitación de la FUNDACIÓN DE AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA para rezar el santo rosario por los cristianos perseguidos y por la paz en el mundo.

 Vamos a ilustrar este pequeño post con imágenes del momento en el aula y vamos a dejar enlaces interesantes sobre la labor tan necesaria y valiosa que la Iglesia Necesitada realiza en el mundo.

La campaña trata de tener fe en el poder de las oraciones de los niños-as: de eso trata y cuenta con el apoyo de Aid to the Church in Need.

 

 

 1.039,628 niños rezaron en esta pasada campaña, en 2023. Nosotros en clase dimos a conocer la fundación y sus objetivos y nos unimos a esta preciosa iniciativa.

Varios cientos de miles de niños han participado en los años anteriores en esta iniciativa. Personas de todo el mundo han compartido con nosotros numerosas experiencias conmovedoras. Pero el acontecimiento más extraordinario de todos fue, no sólo la alegría de ver a tantos niños orando, sino presenciar que muchos de los colaboradores, motivados por la fuerza de la oración, comenzaron a darle al Santo Rosario un lugar importante en sus vidas.

 

 

 ¿Por qué precisamente el 18 de octubre?

El mes de octubre es tradicionalmente el mes del rosario, el día 18 es la fiesta del evangelista San Lucas. Él nos trasmitió la historia de la infancia de Jesús y según la tradición, estuvo estrechamente unido a la Virgen María. Por todo ello es una fecha con mucho significado.

 Aquí os dejamos la historia del Rosario y la importancia de la figura de Santo Domingo. Y también dejamos la explicación, en la siguiente imagen, del rosario misionero para rezar por todos los continentes y nuestros hermanos-as de allí, de todo nuestro planeta que nos habla de la creación del ser humano por el amor de Dios a la humanidad,encarnado en Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador.


 Aquí en este enlace tenéis más información de esta campaña y de la Fundación, sus principios, objetivos, filosofía de vida, etc...

 

 

miércoles, 5 de mayo de 2021

Monjes copistas medievales en el día del libro.

 LOS MONJES COPISTAS MEDIEVALES OS ANUNCIAN EL DÍA DEL LIBRO. REZAD, ESCRIBID, LEED; INTENSA TAREA ES, PERO OS LA OFRECEMOS, DESDE EL TÚNEL DEL TIEMPO. 

 

      

Desde el Área de Religión hemos querido rendir un pequeño homenaje a los monjes copistas medievales, que, antes del invento de la imprenta, por J.Gutenberg (Alemania, S.XV), se preocuparon de transcribir y copiar las grandes obras literarias, idénticas a los manuscritos originales, para que no se perdieran en la historia. Con un esfuerzo enorme y con técnicas muy artesanales y complicadas, durante años y siglos, copiaron con su mayor esmero y dedicación estas obras de arte. Hoy nos acompañaron  en nuestras clases estos monjes amanuenses, bajo las alas de la imaginación, y recibieron el reconocimiento, admiración y valoración de nuestro alumnado. 


 Dejamos algunas fotos de este encuentro.  Destacan, pues, estos
 monjes copistasgrandes artistas, en la labor de difusión del libro hasta la aparición de la imprenta. Un copista experimentado era capaz de escribir de dos a tres folios por día. Escribir un manuscrito completo ocupaba varios meses de trabajo. Esto solo en lo que se refiere a la escritura del libro, que posteriormente habían de ilustrar los iluminadores, o encargados de dibujar las miniaturas e iniciales miniadas (de miniumen latín, sustancia del plomo que producía el color rojo de la tinta, el más habitual en estas ilustraciones, en los espacios en blanco que dejaban). Los utensilios más habituales que utilizaba el copista eran: penna (la pluma), cutellum (raspador) y atramentum (tinta). 

 


     Hasta el año 1200 la mayoría de los libros producidos en Europa tenían carácter religioso y eran principalmente Biblias y salterios (libros de salmos). Cada monasterio albergaba una biblioteca que contenía cientos de volúmenes escritos a mano, en su mayoría copias transcritas, línea a línea, a partir de un manuscrito original prestado por otro monasterio. Los monjes se proponían preservar y transmitir los textos sagrados, de ahí que su trabajo debiese alcanzar el mayor nivel de perfección posible. Un buen amanuense pasaba por un largo y arduo proceso de formación hasta adquirir la confianza necesaria para dar a sus manuscritos su característica elegancia.


 

     El material de los libros era muy caro. Tanto las finas hojas de pergamino, elaboradas con pieles de oveja o de cabra, como las de papel vitela, hecho con piel de ternera, requerían una compleja preparación. Los mejores manuscritos tenían una medida regular que confería a la página armonía y equilibrio.  El libro que se iba a copiar, llamado original, se colocaba abierto sobre un atril junto al escritorio del amanuense. Una de las principales habilidades del copista era la de encajar el texto en la línea y los bloques de texto en la página. Y preparaba su pluma. Aunque para entonces ya existían las plumas de metal, el tipo más utilizado era el cálamo, hecho con el cañón de la pluma de un ave, como el ganso. La tinta se almacenaba en un cuerno hueco. La tinta negra se fabricaba con negro de humo, agallas de roble o corteza de árbol, mientras que la tinta roja, también llamada «plomo rojo» se elaboraba con plomo tostado o sulfuro de mercurio y se empleaba sobre todo para dibujar las iniciales, las primeras líneas o los títulos de algunos textos.

 

    Todo este proceso laborioso de creación que vamos describiendo se puede visualizar aquí.
    Hemos descubierto, a través de investigaciones encontradas, que posiblemente pudieron existir, aunque silenciadas, mujeres copistas monjas en esta época; hallazgos estudiados por la paleoantropología así lo apuntan. Os dejamos enlace pinchando aquí. Enlazamos también pulsando la palabra visita un paseo virtual a un scriptorium medieval. Dejamos como archivos información muy interesante con datos muy curiosos sobre la invención de la imprenta y la primera impresión de la Biblia de Gutenbeg
Gracias por leernos. Comparto vídeo con fotos y carteles del IES S.de Líjar y
también dejamos una ilustración coloreada por una alumna del citado instituto, Nadia Sevillano, imitando el buen hacer de esos monjes iluminadores.


 Dejamos aquí el enlace de los IES Zaframagón y Sierra de Líjar de este tema trabajado en el aula con nuestro alumnado.




 



 

viernes, 14 de febrero de 2020

Granada acogió a nuestros alumnos.


A la Virgen de las Angustias, en su precioso camarín, le pedimos que a nuestros alumnos los protegiera y les diera sentido feliz a sus vidas.
El pasado 6 de febrero los alumnos de 3º de ESO del IES F.Grande visitaron una parte muy representativa del patrimonio cultural y religioso de la bella ciudad de Granada.
Fue un día de convivencia y de trasladar la clase a otra ciudad con otros escenarios diferentes al aula. Desde aquí agradecemos al equipo directivo y a los profesores que hicieron posible tal actividad.


Visitamos la Parroquia del Sagrario, que es una parte de la Catedral de Granada y cuyo bosque de columnas de mármol es como un paso en la historia del tiempo. También la parroquia de Ntro. Sagrado Corazón de Jesús con una preciosa talla de Jesucristo en el retablo central y cuadros abstractos de gran belleza, de la Gran Vía, la Basílica de las Angustias que alberga a la patrona de Granada y que nos permitió conocer su bello camarín donde un responsable nos explicó lo más importante de la joya arquitectónica en la que nos encontrábamos.


Paseamos por el casco histórico de la ciudad y por el Paseo del Triste, sobre el río Darro y también nos acercamos a otras culturas judías y musulmanas, como el Palacio de la Madraza, el barrio de la alcaicería, la casa árabe la Dobla de Oro y por último nos acercamos al bello palacio, sede del museo arqueológico, donde se encuentra uno de los pocos astrolabios árabes que quedan en Europa.


Subiendo las escaleras nos sorprende una visión bellísima de la Alhambra, que nos recuerda a las mil y una noches.
La mayor parte de los alumnos mantuvo una  actitud correcta, educada y atenta a todo lo organizado y la convivencia en el grupo fue muy buena, en líneas generales. Manifestaban la belleza de todos los lugares visitados y la alegría que sentían por estar de excursión con sus compañeros.


Y ante la visión de la Alhambra, los alumnos entendieron aquella frase de aquel ciego legendario:
"Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en GRANADA."


sábado, 25 de enero de 2020

Una historia que contar.

En un lugar de cuyo nombre sí quiero acordarme se hallaba un  pueblo de 6000 habitantes, en el cual todos se conocían y siempre se respetaban.

     En el centro de la plaza de este pueblo pintoresco se hallaba una iglesia muy bella, de estilo barroco. Una mujer llamada Doña Carmina se desvive cada día en cuidar la iglesia, ayudándole al sacerdote en esta labor tan importante.


    Un día, como otro cualquiera, doña Carmina le preguntó al señor cura D.Manuel el porqué del interior de la iglesia tan moderna y nueva cuando se construyó y se empezó a usar en el siglo XVII.
El sacerdote, con tono serio y preocupado, le respondió muy amablemente:


- Bueno, pues se encuentra así ya que en el siglo XX hubo un gran percance llamado Guerra Civil, en el cual personas que combatían y no creían en Dios quemaron la iglesia al igual que muchas de sus esculturas e imágenes antiguas como Padre Jesús.
    La Virgen del Valle no se pudo salvar y se quemó. El fuego se sofocó, tanto el material como el del odio que enfrentaba a unos hombres contra otros, ciudadanos de un mismo país, que en vez de construir se dedicaron a destruir.


    La guerra terminó, después de mucho sufrimiento, y aquel pueblo gaditano volvió a la normalidad. Se reabrieron las tiendas, los bares; los niños jugando en las calles, el miedo dejó de existir...


    Poco a poco se fueron perfeccionando los desperfectos causados tanto de la iglesia como del pueblo. La fe del pueblo siguió creciendo con sus bellas imágenes de Jesucristo y su madre la Virgen María.
                                    (Autor: Antonio G.F.)



jueves, 30 de mayo de 2019

Alumnos/as, narradores/as de tradiciones: la Cruz de Mayo.

    En 1º de ESO los/as alumnos/as crearon unos cuentos a partir de un texto inicial, principio de una historia, que se les dio. En esos cuentos tenían que trabajar, a través de unos personajes-marionetas, emociones y sentimientos. Uno de los grupos decidió contar una experiencia que habían vivido de nuevo en este curso. Se trataba de la tradición de las cruces del mes de mayo, que ellos celebraban cada año, con una pequeña procesión con esa cruz vacía, pero llena de flores y esperanzas, tras la Resurrección de Jesús.



   Dejamos reflejo de esta tradición en este relato religioso costumbrista y también momentos de la clase, recreando e interpretando los cuentos que habían escrito, originales y muy expresivos. Este cuento, que dejamos como muestra, ha sido redactado con la colaboración de toda la clase, aunque el esquema y la idea original ha sido de uno de los alumnos promotores de la Cruz de Mayo, Germán Bocanegra Albarrán.
"Los niños de la Cruz de Mayo".
   
     Érase una vez, en un pueblecito blanco de la Sierra de Cádiz, Olvera, un grupo de amigos, de una junta que la llamaban "los terribles"... Esta junta decidió una mañana, en el instituto, ingeniar una de sus ideas fantásticas, no terribles como su nombre.



    Ellos querían llevar un trono de la Cruz de Mayo por las calles de Olvera y alegrar así a la gente en primavera: a los abuelitos, a las mamás, a los niños, a todos... Coincidieron en poner en práctica su plan poco a poco, decidiendo, entre todos, cada paso a dar para que saliera todo perfecto, una procesión preciosa.



    La primera tarde merendaron y pensaron pedirle a un carpintero, amigo de ellos, que les construyera el trono. El carpintero se ilusionó ayudándoles y realizó un trabajo impecable.



    La segunda tarde fueron al parque; se compraron chucherías y se acordaron de que tenían que decorar el trono con flores. Llamaron a la floristería y la mujer les regaló las flores porque quiso ser parte de esa bonita tradición religiosa que ella recordaba de cuando era pequeña. Les guardó flores de distintos tipos: claveles, rosas, amapolas, etc.



   Y llegó la tercera tarde y se dieron cuenta de que tenían que tener telas suaves para vestir el trono y que se pareciera a los tronos tan bien preparados de la Semana Santa. Se compraron un refresco y fueron a la tienda de telas y eligieron un tono verde de terciopelo, que les pareció muy apropiado para su pequeño paso. La mujer de las telas le regaló ese trozo de tejido porque quiso echarles una mano y que vieran ese sueño hecho realidad.



   La cuarta tarde montaron el paso y les quedó tan bonito y tan bien decorado, que no se lo podían ni creer. Se olvidaron incluso de todas las dificultades encontradas para terminarlo y que todo encajara.


   
     La quinta tarde ya era 1 de mayo, el día de S.José obrero, el gran día elegido y sacaron el trono por las calles de Olvera y la gente los admiraba, los felicitaba, les aplaudía y les daba donativos para que, después de la procesión, lo celebrasen comiendo juntos.

    Llegó el final del recorrido, con música y todo, porque tenían compañeros que sabían tocar instrumentos musicales y celebraron con mucha alegría lo bien que lo habían pasado y lo contenta que la gente se sintió con su presencia.




   Jesús, que ya no estaba en la cruz que ellos llevaban, tras su Resurrección, también se sintió muy feliz de tener amigos así de valientes, capaces de vivir y contar esta historia tan entrañable por las calles de paredes blancas, de ese bonito pueblo con tantos olivos.


domingo, 7 de octubre de 2018

LA ABUELA, LA NIÑA Y LA SEMANA SANTA.


Esta historia ocurrió hace muchos, muchos años, cuando en Sevilla aún existía el viejo tranvía, los hombres usaban sombrero, y los niños se divertían en la calle con juegos como el aro, la lima y al cielo voy. Su protagonista podría ser cualquiera de esos abuelos que hoy narran cuentos a sus nietos sentándolos en sus rodillas (...)”
(Cuarenta cuentos de Semana Santa para 40
noches de Cuaresma, Antonio Puente Mayor.)

       Érase una vez una abuela llamada María, abuela de una niña llamada María. Ambas Marías vivían en la misma casa, en un pueblo perdido entre las montañas de la Sierra Norte de Cádiz, llamado Olvera. A la pequeña María le encantaba pasar el tiempo con su abuela. La acompañaba en el patio cuando ella cosía remiendos de calcetines y medias. Entonces su abuela, mientras la pequeña ojeaba cuentos, sentada en un cojín en el suelo, le cantaba canciones y le contaba historias que a la pequeña le encantaba escuchar. Además su abuela era la mejor cocinera, e incluso la dejaba jugar en la cocina y ayudarle en la realización de algunos postres como la compota y los huevos nevados. 


      Sin duda alguna, su abuela era casi tan niña como ella, por eso se le pasaba volando el tiempo junto a ella. De vez en cuando la acompañaba a misa en la Victoria o en la Parroquia. Su abuela le había dicho que el mejor amigo del mundo era Jesús, que siempre tenía que contar con Él en la vida y la pequeña María guardaba, como un tesoro, la amistad, recién iniciada, con Él.
Cuando llegaba el verano, le gustaba dormir la siesta con su abuela y entonces, como presintiendo que esos ratos de compañía no serían eternos, le decía: - “Abuela, tú nunca te vas a morir porque, si te pones enferma, te tomas muchos botes y te pones buena...” Pero no se quedaba del todo tranquila, porque su abuela le decía: -”Hija, no te preocupes, será lo que Dios quiera, pero yo siempre estaré a tu lado para cuidarte...


      Pero la pequeña no se quedaba tranquila sino pensando en esas palabras de su abuela, de que sería lo que Dios quisiera. Y se dijo: -”Eso es, hablaré con Dios...“ Y qué mejor manera que hacerlo que en la Semana Santa, a ese Jesús tan cercano que veía en las procesiones de su bonito pueblo blanco. Ese Jesús de las distintas hermandades, que le devolvía su mirada, con tanta ternura y acogida que le hacía sentir un cosquilleo de emoción en su corazón de niña que aún no entendía el porqué inevitable de muchas cosas de la vida. 

Por eso, esa Semana Santa iba a ser muy especial... Cuando acompañase a su abuela a ver los pasos por las calles de Olvera, se encontraría con la mirada de Jesús y le pediría por su abuela, para que siempre estuviese a su lado porque, a su lado, la vida le parecía preciosa...
     Se lo pediría a ese Jesús alegre en la borriquita, a ese Jesús, injustamente cautivo, a ese Jesús con la cruz a cuestas, que se cae y aún así nos ayuda siempre a levantarnos, y a ese Jesús que en la cruz es capaz de mirarnos con amor y perdonarnos y, aún muerto en el sepulcro, nos da esperanza y nos recuerda que pronto resucitará y con Él llegará la Alegría Infinita.


  Pasaron los años y la niña creció y comprendió un poco mejor la vida y lo inevitable de muchas cosas. Su abuela ya se había ido a vivir a la Casa del Padre, a ese Paraíso que Jesús nos promete y desde allí seguía cuidando de su niña María, que para ella siempre sería su pequeña porque con ella la vida había sido maravillosa.
Y cada vez que Maria ve los pasos de la Semana Santa, en las calles de Olvera, siente que Jesús le lleva a su abuela los besos que ella le da a Él porque siempre será el mejor de sus Amigos, legado de su abuela, que tanto la sigue queriendo. (Isabel Álvarez Albarrán)








viernes, 7 de septiembre de 2018

Cristo roto, dos historias paralelas.



 Mi Cristo roto es un libro de poemas escrito en 1963 por el sacerdote jesuita Ramón Cué Romano que narra el aprendizaje y aventura con una cruz con Cristo mutilado comprada a un anticuario de Sevilla. El libro es considerado una parábola. Leemos uno de sus textos más significativos:
"A mi Cristo roto, lo encontré en Sevilla. Dentro del arte me subyuga el tema de Cristo en la cruz. Se llevan mi preferencia los cristos barrocos españoles. La última vez, fui en compañía de un buen amigo mío. Al Cristo se le puede encontrar entre tuercas , chatarra, ropa vieja, zapatos, libros... La cosa, es saber buscarlo. Porque Cristo anda y está entre todas las cosas de este revuelto e inverosímil rastro que es la Vida.
Pero aquella mañana nos aventuramos por la casa del artista, es más fácil encontrar ahí al Cristo, ¡Pero mucho más caro!
Visitamos únicamente dos o tres tiendas y andábamos por la tercera o cuarta.




– Ehhmm ¿Quiere algo padre?
– Dar una vuelta nada más por la tienda, mirar, ver.
De pronto… frente a mí, acostado sobre una mesa, vi un Cristo sin cruz, iba a lanzarme sobre él, pero frené mis ímpetus. Miré al Cristo de reojo, me conquistó desde el primer instante. Claro que no era precisamente lo que yo buscaba, era un Cristo roto. Pero esta misma circunstancia, me encadenó a Él, no sé por qué. Fingí interés primero por los objetos que me rodeaban hasta que mis manos se apoderaron del Cristo,  No me habían engañado los ojos… no. Debió ser un Cristo muy bello, era un impresionante despojo mutilado. Por supuesto, no tenía cruz, le faltaba media pierna, un brazo entero, y aunque conservaba la cabeza, había perdido la cara.
Se acercó el anticuario, tomó el Cristo roto en sus manos y…




– Ohhh, es una magnífica pieza, se ve que tiene usted gusto padre, fíjese que espléndida talla, qué buena factura…
– ¡Pero… está tan rota, tan mutilada!
– No tiene importancia padre, aquí al lado hay un magnífico restaurador, amigo mío y se lo va a dejar a usted, ¡Nuevo!  
Volvió a ponderarlo, a alabarlo, lo acariciaba entre sus manos, pero… no acariciaba al Cristo, acariciaba la mercancía que se le iba a convertir en dinero.
Insistí, dudó, hizo una pausa, miró por última vez al Cristo fingiendo que le costaba separarse de Él y me lo alargó en un arranque de generosidad ficticia, diciéndome resignado y dolorido:
– Tenga padre, lléveselo, por ser para usted y conste que no gano nada, 3.000 pesetas nada más, ¡Se lleva usted una joya! El vendedor exaltaba las cualidades para mantener el precio. Yo, sacerdote, le mermaba méritos para rebajarlo… 
Me estremecí de pronto. ¡Disputábamos el precio de Cristo, como si fuera una simple mercancía! Y me acordé de Judas… ¿No era aquella también una compraventa de Cristo? ¡Pero cuántas veces vendemos y compramos a Cristo, no de madera, de carne, en él y en nuestros prójimos! Nuestra vida es muchas veces una compraventa de cristos.
Bien… cedimos los dos… lo rebajó a 800 pesetas. Antes de despedirme, le pregunté si sabía la procedencia del Cristo y la razón de aquellas terribles mutilaciones. En información vaga e incompleta me dijo que creía procedía de la sierra de Aracena, y que las mutilaciones se debían a una profanación en tiempo de guerra.
Apreté a mi Cristo con cariño… y salí con Él a la calle.
Al fin, ya de noche, cerré la puerta de mi habitación y me encontré solo, cara a cara con mi Cristo. Qué ensangrentado despojo mutilado, viéndolo así me decidí a preguntarle:
– Cristo, ¡¿Quién fue el que se atrevió contigo?! ¡¿No le temblaron las manos cuando astilló las tuyas arrancándote de la cruz?! ¿Vive todavía? ¿Dónde? ¿Qué haría hoy si te viera en mis manos?… ¿Se arrepintió?



– ¡CÁLLATE!
Me cortó una voz tajante.
– ¡CÁLLATE, preguntas demasiado! ¡¿Crees que tengo un corazón tan pequeño y mezquino como el tuyo?! ¡CÁLLATE! No me preguntes ni pienses más en el que me mutiló, déjalo, ¿Qué sabes tú? ¡Respétalo!, Yo ya lo perdoné. Yo me olvidé instantáneamente y para siempre de sus pecados. Cuando un hombre se arrepiente, Yo perdono de una vez, no por mezquinas entregas como vosotros.
 ¡Cállate! ¿Por qué ante mis miembros rotos, no se te ocurre recordar a seres que ofenden, hieren, explotan y mutilan a sus hermanos los hombres. ¿Qué es mayor pecado? ¿Mutilar una imagen de madera o mutilar una imagen mía viva, de carne, en la que palpito?  
¡Ohh hipócritas! Os rasgáis las vestiduras ante el recuerdo del que mutiló mi imagen de madera, mientras le estrecháis la mano al que mutila a los cristos vivos que son sus hermanos.
Yo contesté:
– No puedo verte así, destrozado, aunque el restaurador me cobre lo que quiera ¡Todo te lo mereces! Me duele verte así. Mañana mismo te llevaré al taller. ¿Verdad que apruebas mi plan? ¿Verdad que te gusta?
– ¡NO, NO ME GUSTA!
Contestó el Cristo, seca y duramente.
– ¡ERES IGUAL QUE TODOS Y HABLAS DEMASIADO!



Hubo una pausa de silencio. Una orden, tajante como un rayo, vino a decapitar el silencio angustioso.
– ¡NO ME RESTAURES, TE LO PROHÍBO!  ¡¿LO OYES?!
– Si Señor, te lo prometo, no te restauraré.
– Gracias.
Me contestó el Cristo. Su tono volvió a darme confianza.
– ¿Por qué no quieres que te restaure? ¿No comprendes, Señor, que va a ser para mí un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele?
– Eso es lo que quiero, que al verme roto te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo; rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies, porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda. 
¡No me restaures, a ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele, a ver si así, roto y mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás! Muchos cristianos se vuelven en devoción, en besos, en luces, en flores sobre un Cristo bello, y se olvidan de sus hermanos los hombres, cristos feos, rotos y sufrientes.



 Hay muchos cristianos que tranquilizan su conciencia besando un Cristo bello, obra de arte, mientras ofenden al pequeño Cristo de carne, que es su hermano. ¡Esos besos me repugnan, me dan asco!, Los tolero forzado en mis pies de imagen tallada en madera, pero me hieren el corazón. ¡Tenéis demasiados cristos bellos! Demasiadas obras de arte de mi imagen crucificada. Y estáis en peligro de quedaros en la obra de arte. Un Cristo bello, puede ser un peligroso refugio donde esconderse en la huida del dolor ajeno, tranquilizando al mismo tiempo la conciencia, en un falso cristianismo. Por eso ¡Debieran tener más cristos rotos, uno a la entrada de cada iglesia, que gritara siempre con sus miembros partidos y su cara sin forma, el dolor y la tragedia de mi segunda pasión, en mis hermanos los hombres! Por eso te lo suplico, no me restaures, déjame roto junto a ti, aunque amargue un poco tu vida.
– Sí señor, te lo prometo. (Contesté)
Y un beso sobre su único pie astillado, fue la firma de mi promesa.
Desde hoy… viviré con un Cristo roto."




Hasta aquí la historia de este Cristo roto y su actualización en tantos hombres y mujeres rotos y rotas en la vida y ese consuelo y esperanza que encuentran en Jesús, en su cruz que es también luz. 
Y este año se ha hecho muy famoso otro Cristo roto, en un pueblo andaluz de la Sierra de Cádiz, Puerto Serrano. 
Su párroco, Pedro Antonio Lozano Ramírez, sabía de la existencia de un Cristo Roto, escondido y abandonado a lo largo de la historia, por distintos avatares, entre los muros de la iglesia parroquial Santa María Magdalena. 



El ha querido que ese Cristo bello, talla preciosa del S.XVI, pero roto también, saliera de ese anonimato y esa oscuridad para dar esperanza a todas las personas que se acercaran a visitarlo, a tanta gente cuya dignidad se ha visto pisoteada, hundida por los avatares, naufragios y abismos de la vida, del destino... Y ese otro Cristo roto, desvencijado, pero renacido gracias al empuje y audacia de este sacerdote, ha vuelto a la vida, cual Lázaro. Ha recuperado su trono de cruz, que también es Salvación y Redención. Este Cristo roto de los pueblos blancos de Cádiz ha sido rehabilitado y ha podido mirar de nuevo, desde el corazón de esa iglesia, a tod@s l@s que se acerquen a visitarlo y sorprende esa mirada de bondad, esa humildad y cercanía que regala a quien se acerca por allí y esa ternura y compasión que despierta en nuestros corazones, por esa fragilidad que muestra pese a ser el Salvador del Mundo, el Mesías.



Os dejo algunos enlaces de esta noticia tan sorprendente y tan positiva:

https://www.diariodecadiz.es/provincia/Cristo-emparedado-ve-luz_0_1260774375.html

https://www.cadizdirecto.com/el-enigma-del-cristo-emparedado-de-puerto-serrano-en-cadiz/

https://elpais.com/politica/2018/07/16/diario_de_espana/1531735472_206824.html